La Constitución Septenaria del Ser Humano es la esencia de lo que somos, la base sobre la que podemos empezar a entender nuestro verdadero origen, nuestra historia y nuestro destino.
La Constitución Septenaria es el mapa de nuestra esencia física, mental y espiritual, es el instrumento necesario para entender el conocimiento de nosotros mismos y de la verdadera realidad.
La información de la Constitución Septenaria ha sido un secreto desde el principio de los tiempos, un secreto que ha sido guardado por las escuelas de misterio a lo largo de toda la historia, desde el antiguo Egipto hasta las primeras logias de la masonería, pasando por todas las tradiciones orientales.
El motivo de querer mantener oculta esta información a toda la humanidad, era evitar que el mapa de nuestra esencia cayera en manos de seres humanos que pudieran aprovecharse de estos conocimientos de manera negativa. Pero a pesar de todo el esfuerzo para impedirlo, la oscuridad ha trabajado para manipular, ocultar y distorsionar todos estos conocimientos.
La teosofía
Fue Helena Petrovna Blavatsky a finales del siglo XIX la persona elegida para divulgar la Constitución Septenaria a toda la humanidad. Y nos referimos a “elegida” porque seres de dimensiones superiores así se lo hicieron saber. Consideraban que los seres humanos habían alcanzado el nivel de consciencia necesario, estábamos preparados para comenzar a entender estos conocimientos.
Helena Blavatsky fue la referencia del movimiento de la Sociedad Teosófica, una organización fundada en 1875 que defiende la Teosofía como base del conocimiento humano y espiritual.
La Teosofía se basa en la combinación de tres pilares fundamentales de conocimiento: La ciencia, la filosofía y la religión. Tres pilares que en su conjunto ofrecen la posibilidad de alcanzar el conocimiento de la verdadera realidad.
Es cierto que la ciencia y la religión han estado enfrentadas a lo largo de la historia, pero la situación actual ha cambiado. La ciencia ya no es absolutista y empieza a sostener la idea de que hay algo más.
Por otra parte, la humanidad está empezando a entender que lo más importante de las religiones es que todas tienen un mismo origen y una misma esencia, y que lo único que las separa es la manipulación que el propio ser humano ha podido hacer de cada una de ellas.
El libro de Urantia
El Libro de Urantia, también conocido como la Quinta Revelación, se refiere también a la Teosofía, e indica que la humanidad dará un salto evolutivo cuando comprenda que la ciencia, la filosofía y la religión son la base del conocimiento humano y espiritual.
El libro de Urantia también hace referencia a que el estudio del conocimiento de la verdadera realidad se puede obtener mediante la correlación de tres conceptos fundamentales: el origen, la historia y el destino.
Por todo ello, la Constitución Septenaria del ser humano podría ser la base para empezar a aplicar la Teosofía al conocimiento humano y espiritual, la base para empezar a entender nuestro verdadero origen, nuestra historia y nuestro destino, unos fundamentos que toda la humanidad debería conocer y estudiar.
La Constitución Septenaria
La Constitución Septenaria del Ser Humano son los siete componentes fundamentales que dan vida a la raza humana, tanto los que forman parte del plano físico y perecedero, como los que forman parte del plano álmico y espiritual.
Para entender la Constitución Septenaria primero es necesario comprender lo que somos realmente: almas viviendo una experiencia humana. Para que el alma pueda experimentar el plano físico en el que nos encontramos, utiliza nuestro cuerpo como vehículo. Pero nosotros no somos ese cuerpo o vehículo, nosotros somos el conductor de ese vehículo, somos el alma que lo conduce. El vehículo tiene fecha de caducidad, el alma no.
La Constitución Septenaria divide en dos partes los componentes de nuestra esencia, por un lado están los cuatro componentes de nuestro cuerpo físico o vehículo, el llamado cuaternario inferior, y por otro lado están los tres componentes de nuestro yo superior, el llamado trinario superior, la esencia álmica y espiritual de lo que somos.
El Cuerpo físico: Cuaternario Inferior
Nuestro cuerpo físico o vehículo está formado por cuatro componentes fundamentales:
- El cuerpo físico denso (Stula-sharira)
- El cuerpo etérico (Prana)
- El cuerpo astral (Linga-sharira)
- La mente concreta (Kama-rupa)
Estos cuatro componentes son los que conforman nuestro envase físico perecedero, la parte de nuestra esencia física que caduca o muere. A continuación vamos a hablar de cada uno de ellos.
El cuerpo físico denso
El cuerpo físico denso está formado por todos los componentes de nuestro vehículo o envase, los órganos, los tejidos, las glándulas, etc.
En el cuerpo físico denso resultan de especial importancia los componentes que conectan con nuestro yo superior, como los chakras, la glándula pituitaria o la glándula pineal.
El alma entra al cuerpo físico a través de la glándula pineal.
El cuerpo físico denso es el envase del alma, es el traje que utiliza nuestro yo superior para experimentar el plano físico, por eso resulta de especial importancia cuidarlo para que las conexiones con nuestra alma no se vean distorsionadas o bloqueadas.
En este aspecto, cabe mencionar como el poder oculto ha trabajado desde la creación de la raza humana para tratar de bloquear todas estas conexiones con nuestro yo superior, mediante los alimentos, los fármacos y otros productos tóxicos
El cuerpo etérico
El cuerpo etérico es el molde del cuerpo físico, la base que da un patrón de configuración a la formación del cuerpo humano. Estos dos cuerpos, el físico y el etérico, están unidos a través de una corriente de energía, lo que se conoce como el Cordón de Plata.
El Cordón de Plata es la corriente de energía vital que une el cuerpo físico con el cuerpo etérico. El etérico es de mayor envergadura que el cuerpo físico denso y algunas personas pueden apreciarlo, pueden ver el Cordón de Plata.
A través del cuerpo etérico, fluye la vida, el “prana” o energía vital, transmitiéndola al cuerpo físico a través del Cordón de Plata. También transmite las energías derivadas de nuestro componente emocional y de la mente concreta, es decir, de nuestras emociones y de nuestros pensamientos.
El cuerpo astral
El cuerpo astral, también llamado componente emocional, repercute directamente en el cuerpo físico a través de las emociones, los sentimientos y los deseos. Los deseos son la base del componente emocional, son los que generan las emociones y los sentimientos, y pueden ser de baja frecuencia vibracional o de alta frecuencia vibracional.
Los deseos de baja frecuencia vibracional son los que bajan la energía de nuestro cuerpo físico a través del Cordón de Plata. Son deseos más materiales y egoicos que espirituales, los deseos relacionados con el mundo material que estamos experimentando como almas en esta tercera dimensión.
La evolución de una raza de la segunda a la tercera dimensión de consciencia se produce cuando el ser comienza a pensar y a razonar dando orígen al ego en la tercera dimensión . Los deseos de baja frecuencia vibracional son los deseos materiales relacionados con el ego de la tercera dimensión, deseos basados por ejemplo en la ostentación o la codicia, los deseos egoicos.
Los deseos de alta frecuencia vibracional tienen más relación con nuestro yo superior que con el mundo material de la tercera dimensión. Son deseos más espirituales que materiales, tienen más relación con el alma que con el mundo físico.
Son deseos relacionados con el altruismo, la caridad o las aspiraciones que nos llevan a informarnos acerca de nuestro verdadero origen, nuestra historia y nuestro destino, los deseos que suben la energía de nuestro cuerpo físico, los deseos que deben ser potenciados y que serán la base para pasar a la quinta dimensión.
El plano astral
El cuerpo astral conecta directamente con el plano astral a través de los sueños. Y es que otra de las claves que nos explica la configuración de la Constitución Septenaria del Ser Humano, es que no solo vivimos en un plano físico, también vivimos en un plano astral y en un plano mental.
El plano astral se corresponde en nuestro planeta con la cuarta dimensión de consciencia (en otros planetas y/o universos la cuarta dimensión si puede ser física, en nuestro planeta solo es astral). Por eso cuando pasemos de la tercera a la quinta dimensión, saltaremos la cuarta, haremos un salto cuántico a la quinta dimensión espiritual.
El plano astral es el lugar donde se encuentran las almas no encarnadas: las almas que acaban de desencarnar y las almas que están preparadas para encarnar. El plano astral actúa de enlace entre el mundo físico y el mundo espiritual, actúa como un aeropuerto, es el lugar de llegada cuando morimos y el lugar de salida cuando vamos a encarnar, una dimensión a la que también podemos acceder a través del componente emocional y de los sueños.
En el plano astral se encuentra también el bajo astral, el lugar donde se encuentran las almas con una frecuencia vibracional más baja, almas que han desencarnado pero que se mantienen apegadas al mundo físico precisamente por algún componente emocional, almas que han transitado por muchas experiencias oscuras, y otros seres que habitan en el bajo astral.
La mente concreta
La mente concreta forma parte del plano mental y repercute en nuestro cuerpo físico a través de nuestros pensamientos. El plano mental tiene dos niveles principales: un nivel inferior y otro superior.
El nivel inferior está integrado por la mente concreta y forma parte del cuaternario inferior, es decir, de nuestro cuerpo físico perecedero. El nivel superior está integrado por la mente abstracta y forma parte del trinario superior, de nuestra esencia no perecedera.
La mente concreta es la mente de nuestro vehículo, y es mucho más limitada que la mente abstracta de nuestro yo superior. Este componente mental es el que sirve para organizar nuestros pensamientos básicos, tales como hablar, escribir, organizar o planificar, pero no sirve para comprender o entender la vida.
La mente concreta es esa voz interior que nos habla en ocasiones sin control, la que suelta pensamientos que en realidad no son nuestros, la que emite prejuicios de valor a otras personas, la mente que crea expectativas utópicas de cualquier aspecto de nuestra vida.
El problema de la mente concreta es que la mayoría de la humanidad la utiliza para lo que no sirve. Si utilizamos la mente concreta para tratar de comprender la vida, vamos a ver la vida de una manera distorsionada y nos vamos a alejar de la verdadera realidad.
El control mental del poder oculto
Y es en este punto donde volvemos al “plan del poder oculto para tratar de evitar nuestra evolución”. La oscuridad incentiva que la humanidad utilice la mente concreta para todo, consiguiendo de esta manera el control mental de los seres humanos.
El estado profundo utiliza todas las herramientas a su disposición para controlar nuestra mente, controlan los medios de comunicación y a la clase política, los sistemas educativos y los sistemas de trabajo, y a través del miedo y de la manipulación, controlan nuestros pensamientos y nuestras emociones.
Dirigir a los seres humanos hacia determinados pensamientos, en su mayoría amargos y negativos, provoca que no pensemos ni razonemos, provoca que sean los medios de comunicación y los políticos los que dirigen nuestros pensamientos, los títeres de los seres oscuros que tratan de controlar nuestra realidad para que no veamos más allá, haciéndonos utilizar la mente concreta para todo, la base del control mental.
Por eso es importante aprender a utilizar la mente concreta exclusivamente para lo que sirve, para organizar y gestionar el orden de nuestro día a día y para interaccionar con el mundo físico en el que nos encontramos encarnados en esta tercera dimensión.
El yo superior: Trinario superior
Una vez hemos enumerado los componentes de nuestro envase físico o vehículo, pasamos ahora a hablar de nuestro yo superior, del conductor. Nuestra esencia no perecedera está formada por tres componentes fundamentales:
- El cuerpo causal (Manas)- MENTE, alma humana
- El cuerpo búdico (Buddi)- INTUICIÓN, alma universal
- El cuerpo átmico (Atman)- ESPÍRITU
Estos tres componentes conforman nuestra esencia almica y espiritual, la verdadera realidad de lo que somos. A continuación vamos a hablar de cada unos de estos componentes.
El cuerpo causal
El cuerpo causal está integrado por dos componentes principales: la mente abstracta y el alma individualizada. La mente abstracta forma parte del plano mental superior. El alma individualizada es nuestro verdadero yo superior, nuestra consciencia.
La mente abstracta es la mente del alma, la parte del componente mental que sirve para comprender o entender la vida. Este componente mental es el que nos lleva a preguntarnos sobre quiénes somos o de dónde venimos, la parte de la mente que se pregunta por el universo, por la filosofía o por la espiritualidad.
El puente Antarkarana
La mente de nuestro yo superior y la mente concreta de nuestro envase físico tienen un punto de conexión situado en el plano mental: El Antarkarana, también llamado puente Antarkarana. La apertura del puente Antarkarana es la base para que nuestra esencia álmica despierte del cuerpo físico en el que nos encontramos encarnados. El Antarkarana es el lugar donde se encuentra nuestra consciencia, nuestra alma.
El cuerpo causal integra también las relaciones causa y efecto de las experiencias de encarnación de nuestra alma, la denominada ley del Karma. Según la ley del Karma, cada una de estas experiencias está condicionada por las acciones realizadas en nuestras encarnaciones anteriores.
La humanidad se encuentra en un punto crucial de su desarrollo evolutivo, estamos llegando a las puertas del salto cuántico para ascender de la tercera a la quinta dimensión, y en la quinta dimensión de consciencia ya no vamos a funcionar con la ley del Karma.
En la quinta dimensión espiritual no habrá causa y efecto porque habremos superado el ego de la tercera dimensión. Por eso actualmente se están acelerando las leyes del Karma y estamos recibiendo de una manera más rápida las consecuencias causa y efecto de nuestras acciones.
El cuerpo búdico
Cuando nos demos cuenta de que somos el alma conductora de nuestro cuerpo físico, descubriremos también que no solo somos un alma individualizada, sino que formamos parte de un alma universal.
El cuerpo búdico, también conocido como alma universal, es el vehículo del espíritu. El espíritu utiliza el cuerpo búdico para comenzar a descender al plano material. Igual que un alma individualizada utiliza un envase físico para experimentar la materia, el espíritu utiliza el cuerpo búdico como vehículo para comenzar a descender al plano material.
Del alma universal nacen las almas grupales en la primera y en la segunda dimensión de consciencia, es decir, en el mundo atómico y molecular, y en el mundo animal y vegetal. De ese alma grupal nace el alma individualizada cuando surge el ego en la tercera dimensión.
Pero las almas grupales y las almas individualizadas forman parte de un alma universal. A partir de la quinta dimensión, comienza la ascensión del alma para volver a unificarse en una sola y regresar hacia el espíritu.
El cuerpo átmico
El cuerpo átmico es el espíritu o mónada, es la energía divina que nace de lo inmanifestado, de la antimateria. El espíritu no tiene la capacidad de experimenar la materia, por eso se fractaliza en un cuerpo átmico, en un alma universal (cuerpo búdico) y en distintas almas individualizadas (cuerpo causal).
El espíritu es uno, pero está dentro de cada uno, está en cada molécula, en cada átomo, está en el aire que respiramos, está en nuestra vitalidad, es la chispa de energía divina, es lo que da vida al mundo material, es nuestro origen y es nuestro destino.
En nuestro proceso de ascensión dentro del mundo material en el que nos encontramos encarnados, no solo nos daremos cuenta de que formamos parte de un alma universal, también de que todas las almas que estamos experimentando la materia ascendemos espiritualmente hacia el origen de todo, nos daremos cuenta de que todos somos uno, de que todos formamos parte de un fractal del espíritu infinito.
El ser multidimensional
Cuanto mayor desarrollo espiritual posea un individuo, mayor prevalencia tendrán los elementos superiores. El carácter materialista se focaliza en exceso en los elementos del cuaternario inferior e impide la percepción trascendente de los elementos superiores. Debido a la interconexión entre los planos, el mal cuidado de uno de ellos repercutirá en el superior y así sucesivamente.
Por ejemplo, una mala alimentación provocará que los órganos físicos enfermen y ello afectará a nuestra energía vital, el nivel pránico. Si nuestra energía es baja, nuestras emociones y pensamientos tenderán a la negatividad.
La conexión también se produce de modo descendente, como en el caso de un mal pensamiento, que mina nuestra energía y acaba somatizándose a nivel físico.
Reconocer la primacía de la tríada superior como regente no significa que debamos descuidar el cuaternario inferior. Solo de esta manera garantizamos la óptima expansión de nuestro ser.
Si entendemos la constitución septenaria como una exposición de la interrelación entre los diversos planos o cuerpos más que como una división, es una herramienta privilegiada que nos ayudará a la comprensión de la multidimensionalidad del ser humano y, por extensión, del universo.
Movimiento Despierta
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